Tareas odiosas si las hay en la vida y pasear los perros. Es una tarea para la cual nunca se esta listo y que por la única razón que uno la hace es porque se lo piden o simplemente no le queda otro remedio. No existe posibilidad de que sea algo que se haga con ganas y entusiasmo a excepción de esas personas que nunca convivieron con una mascota y ven en la posibilidad de sacarlos a pasear, la sensación de tener una por un momento. Para cualquier amante de los perros es una pesadilla. El momento de salir a pasear, es el momento más inoportuno de la vida, se esta por convertir el gol de la victoria en la playstation, se esta por matar a Koopa en el Mario Bross, o simplemente uno se acaba de tirar en la cama a ver esa película la cual espero todo el día.
Una vez en la calle, uno cree que ya esta, que lo peor ha pasado. Ya abandonado lo que fuere que se estuviere haciendo y por ende resignado, no queda otra que tomarlo del mejor modo posible. Al salir, ya se sabe el recorrido que se hará, siempre es el mismo. Se sabe donde están los perros de todo el vecindario y por los lugares donde no hay que transitar para evitar el escándalo y los tirones de las fieras enfurecidas por la ira al ver a otro canino.
El perro siempre mea en los primeros cuatro árboles y luego retiene un poco para sectores estratégicos donde huele el aroma de las perras que han pasado con anterioridad, y quiere dejar su marca. Esta parte del paseo no representa ninguna dificultad ni molestia para el humano que va con la mascota. Pero este no es el caso al momento de lo realmente importante y la razón principal por la cual se saca a pasear a un perro. Esto es, al defecar. Algunos perros no avisan y lo sorprenden a uno en cualquier lugar, el cual uno desearía que fuera en cualquier lado menos allí haciéndolo pasar un sin fin de veces, papelones estrepitosos que llevan a peleas con vecinos. Algunos atinados suelen llevar una bolsa para levantar la porquería, pero sinceramente yo no comulgo con ese estilo de gente. Al que le toco recibir el cago de un perro, le ha tocado. Es el destino de la vida y debería ser aceptado siempre y cuando no lo pesquen. Otros animales suelen dar un rodeo al lugar en el cual van a desechar el excremento, lo cual le da a uno cierto tiempo para observar que no haya moros en la costa, que ningún auto venga frenado sospechosamente para aparcarse en ese sector de vereda o que ningún vecino este saliendo de la casa, en cuyos casos uno aborta la misión dándole un tirón al perro. Otra suerte corren los que tienen mascotas rutinarias que siempre hacen sus cosas en el mismo lugar. Esta suerte no es para todos. Pero en cualquier caso, estas situaciones hacen que uno no disfrute en lo mas mínimo el paseo y que muchas veces se repita que será la ultima vez que sale con el perro, lo cual nunca ocurre.

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