lunes, 2 de julio de 2012

Ese maldito botón, y otros...

¿Cuánto se puede escribir acerca de un botón? Bueno, no mucho.

No debe haber momento mas dramático en la vida de un hombre que cuando esta retrasado y el apuro lo lleva a desesperarse. Estas son las ocasiones en las que aparece ese maldito y rebelde botón de la manga o cuello de la camisa que no se quiere abotonar y le hacen perder a uno valiosos minutos . Estresado por la situación, se intenta no menos de cien veces, pero se vuelve imposible abrocharlo. La ira lo invade y ve a ese pequeño elemento como un tablero electrónico del cual no se tiene ni un mínimo conocimiento. Ya frustrado, no queda mejor alternativa que dejarlo tal cual esta para otro momento en el cual los pensamientos y los movimientos estén mas relajados. De lo contrario puede provenir un final trágico que termine con el botón en la mano, y una camisa arruinada.

Otros momentos memorables y en el mismo orden de cosas se dan cuando uno se percata que los pantalones no están firmes. Algo falta. El cinturón. Uno cree fehacientemente que el viernes lo ha sacado del pantalón que mandó a lavar y lo guardó en algún estante del placard. La sorpresa se da al abrirlo. Luego de revisado de pies a cabeza y extraer cualquier cantidad de ropa, el cinturón brilla por sus ausencia. La desesperación y el pánico vuelven a apoderarse de la escena. Aquí, se acude a la búsqueda en equipo. La madre es la mejor colega en estas tareas. Finalmente el cinturón aparece en un pantalón que uno no tenia ni noticia que existía. ¿Cómo llegó ese objeto allí? Es uno de los tantos misterios que nadie podrá resolver jamás.

Finalmente y en última instancia, ya totalmente vestido y casi listo para partir uno va en busca de los zapatos. O un nuevo problema. No faltara ocasión en la que se pierda el par. Nadie puede entender como algo que naturalmente fue creado para estar de a dos, este de a uno. No puede concebir verlos separados a mas de centímetros uno del otro. Pero en este caso el orden del universo se ve alterado. Uno revisa en cualquier rincón de la casa, empezando debajo de la cama y terminando en el tacho de la basura. No vaya a ser que alguien lo haya confundido con una cucaracha gigante. Casi resignado a su encuentro y ya pensando en cambiar toda la vestimenta para ponerse aquellas zapatillas que descubrió en el camino, el zapato aparece en el placard de su hermano en otro piso de la casa. No se puede imaginar como alguien toma un calzado y lo guarda en cualquier lado sin conocer el paradero de su par. 

1 comentario:

  1. Muy bueno y muy real. Me gustaria agregar tambien la situacion de las medias azules. Nunca estan cuando se las necesita. Justo el dia que uno se queda dormido, las medias desaparecen, como si supieran que apagamos el despertador. Es por esto, que quedamos en el ultimo recurso, de abrir el cajon y buscar el par de medias de futbol mas parecido al azul, para no desentonar tanto el color.

    JM

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