viernes, 7 de septiembre de 2012

Historias de la Cancha Circular

En las intersecciones de las calles Udaondo y Av. Cantilo en pleno barrio de Núñez, hay un estadio. Un estadio circular, bordeado en toda su circunferencia por un alambrado cubierto por enredaderas que no permiten su acceso. Los que han jugado han nacido allí adentro y vivido para eso. Los llamaban los Cancheros. No podían salir, y nadie ha podido entrar jamás. Cuentan que cuando la pelota salía despedida fuera de los limites, se sentaban a esperar a que alguien desde fuera la devolviera mientras hacían tareas de reparación del campo eh incluso, cuando tardaba en volver, seguían jugando con medias enrolladas, piedras o tapitas.
Las jornadas eran eternas y se pasaban los días enteros jugando. Dicen que se jugó un partido final hasta la muerte, pero la realidad, es que siempre fue el mismo partido. Debido a las características únicas de la cancha, las formaciones tácticas eran estrechas atrás y adelante con mucha gente en el medio. En un principio se jugaba de a cuatro por equipo y se llego a jugar de hasta diecisiete por lado. Se alimentaban de cosas que cayeran dentro de la circunferencia y aprovechaban las lluvias para llenar recipientes para beber, pero nunca se detenía el juego. El partido iba 534 a 533 hasta lo que se sabe, y quedaban tan solo dos cancheros en cancha. Ya era tan aburrido que nadie se detenía a verlos. Muchas veces gente ha querido entrar para ser parte del juego y reavivarlo, pero no encontraron la forma hasta perderse por completo.
Hoy en día no se ve a nadie jugar allí y el estado de la cancha es intransitable. Cuentan que en las noches y a la luz de la luna las almas de los cancheros vuelven al estadio y continúan jugando el partido que nunca terminaron y que ya iría 1237 a 1236.

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