martes, 26 de junio de 2012

Boca acá, Boca allá y yo de aquí para allá.

¿Porque será que siempre nos parece mas lindo el lugar al que vamos que el cual vivimos?
De Rió de Janeiro no hay mucho para decir. Quien ha ido, lo ha encontrado como un paraíso. Con temperaturas agradables todo el año y una playa que envidia cualquier argentino que ha sabido veranear en nuestra costa atlántica donde el viento te arruina cualquier tipo de disfrute. De Santiago de Chile, les puedo decir que es una ciudad muy atractiva a la vista, ordenada, con un paisaje descomunal, aunque tal vez crea que si uno no va en invierno a esquiar o en verano a la playa se aburrirá enormemente como yo me aburrí en apenas 2 días. En una de esas, esto pasó por el simple hecho de ir a ver fútbol y estar centrado en ello. O tal vez porque no estaba dispuesto a hacer lo que tampoco haría en Buenos Aires, como ir a la plaza central, centro de la ciudad y ser el típico turistonto que todos odiamos, queriendo que los atropelle el primer automóvil que pase cuando van tomando fotografías por la ciudad impidiendo nuestro paso en plena jornada laboral
Pero no todo es lo que parece. En este caso, le quiero agradecer al sabio que metió a los chilenos entre 2 cordilleras. Esta gente carece de belleza alguna. Es preferible tenerlos ahí encerrados, a que se escapen al mundo. O que se nos haga inaccesible llegar a ellos. Por esta vez no hay paisaje que me haga cambiar a la Argentina.

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